Con el corazón absoluto del poema de la vida sanguinariamente desgarrado de su propio cuerpo, comestible durante mil años...
jueves, 24 de mayo de 2012
El reloj
Y al abrir él sus ojos marrones, el reloj dio medianoche, y el soldado de plomo se giró, lo miró fijamente y se los volvió a cerrar, apagando la única luz del salón.
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