martes, 3 de enero de 2012

Letras en la piel y brillo en los ojos

Es 30 de diciembre de 2011 y hoy toca grabar un vídeo con unas amigas que me van a ayudar. No tengo muy claro lo que quiero hacer, algunas ideas pasan por mi mente, pero no hay nada claro, ya irá saliendo. Decidimos bajar a la verbena y grabar algunas tomas para las que necesito pintarme los pies y las manos. Me descalzo y mis amigas me empiezan a pintar los pies y entonces el rotulador empieza a rozar mi piel y a llenarla de letras de canciones, frases de un libro que llevaba en el bolso, cosas que se nos pasan por la cabeza... Y en unos minutos decenas de letras cubren mis pies. Entonces toca empezar a grabar. Me pongo de pie y siento el frío de las piedras en mis huesos. Las tomas deben ser de mis pies andando descalzos sobre hojas secas. Hojas que cuando las piso crujen y puedo sentir esa vida ya muerta en mi piel. Acabamos esas tomas y subimos al Casco Antiguo, llegamos al balcón pero ya es de noche y es imposible grabar nada. Me asomo el balcón y veo miles de luces de todos los colores a mis pies, y elevo la mirada, sobre mí un oscuro cielo estrellado y ante mis ojos, la luna blanca y redonda alumbrando mi cara, mis ojos...

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