Miro mis pies y los encuentro cubiertos de polvo, de sangre reseca, hay alguna venda, alguna cicatriz y alguna herida aún sangrante, pero sigo caminando. A veces caminan por calles llanas. Otras por caminos de barro, donde luchan por no hundirse. A veces se encuentran con piedras afiladas que los hacen sangrar. Otras con riachuelos de agua que limpian y alivian las heridas. A veces las calles llanas se transforman en cuestas empinadas que apenas pueden subir y paran, y descansan, pero cogen impulso y siguen adelante. Pero ¿y ahora que están tan cansados?
Con el corazón absoluto del poema de la vida sanguinariamente desgarrado de su propio cuerpo, comestible durante mil años...
viernes, 19 de julio de 2013
De vuelta.
Han sido meses de autobuses, de estar aquí y allí y en ningún sitio. Horas viendo por la ventana cómo los campos se transformaban de rojos en amarillos. Y ahora que estoy lejos, echo de menos esa tierra roja, el olor a azahar, la luz entrando cada mañana y dándome en los ojos, y tantas, tantas cosas...
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