jueves, 12 de abril de 2012

Encerrada bajo llave


Me asomo por la ventana y llueve fuera, los goterones golpean el alféizar y solo es escuchan pasos lejanos chapotear en los charcos y las ruedas sobre el alquitrán húmedo ¿y no es verdad que dentro de mí llueve con más fuerza? La abro y dejo que una fresca brisa llene la habitación, que lleva meses inundada por un aire que asfixia y agobia. El Dylan que suena en mi radio canta sobre bailar sobre un cielo de diamantes y en mi cielo solo veo nubes y más nubes. Me siento en el suelo, a mi alrededor solo hay hojas arrugadas y destrozadas de ese viejo cuaderno, el bolígrafo apenas tiene tinta y sin embargo, no he podido escribir nada. ¿Dónde te has ido? ¿Tanto te ha irritado la vida que llevo ahora? Ya no fluyes de mi cabeza a mis manos como un rayo ansiosa de plasmar en el papel todo eso que pasa por mi mente, todos esos pensamientos que nublan mi frente, que iluminan mis ojos o acaso esos que fruncen mi ceño.  La lluvia está harta de no ser protagonista de mis relatos, los libros de mi estantería tienen celos de esos acordes de guitarra que son lo único con lo que puedo disfrutar, mis dedos ansían poder volver a llenarse de tinta. Echo de menos todas esas tardes en las que la luz traspasaba el cuaderno que ahora está guardado dentro de ese cajón bajo llave. Te echo de menos a ti, ¡vuelve! Que estos sentimientos no desean pasar más tiempo encerrados, quieren volver a llenar hojas, quieren gastar bolígrafos, quieren ser releídos mil y una vez. Devuelve la vista a mis ojos ya ciegos y cansados de tanta angustia, déjame volver a mirar como un niño, volver a soñar con lugares exóticos, vuelve a anidar en una piel que te añora y en una cabeza que sólo espera tu presencia, y es que es contigo, con la única que puedo yo curar esta locura porque ya ni esta brisa ni esos acordes de harmónica ayudan. 

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