lunes, 21 de mayo de 2012

Bajo el paraguas rosa

Llueve. Huele a tierra mojada. Vaya olor tan maravilloso, ¿no? Y camino pisando los charcos y salpicándome los zapatos. El sonido de las gotas repiqueteando en mi paraguas me relaja. Tengo la mano helada de sostener el paraguas y de que aire y la lluvia ataque su piel. Pero ya no camino sola, ahora debajo de este paraguas estás tú. Tú, con tus risas que son tan alegres como el agua que riega los campos, con tus abrazos que son el mejor abrigo para mi piel, con tus besos que son el néctar que me cura la sed. Esta lluvia nos quiere. Le gusta vernos caminar y chapotear en los charcos. Le gustan nuestros besos furtivos debajo de ese paraguas rosa. Le encanta que nuestras manos se unan para calmar el frío de la piel. Ya las gotas que resbalan por mis mejillas no son lágrimas, son gotitas de lluvia, esa lluvia que nos ama, que nos da vida, que me inunda el corazón de alegría. Esa alegría que solo me das tú.

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