lunes, 12 de marzo de 2012

La ciudad muerta

La ciudad muerta de aceras grises
de edificios sombríos, de olores pestilentes
que emergen del suelo, de las alcantarillas,
 de los corazones de aquellos que están huecos y podridos por dentro.
Los sueños rotos, destrozados al caer por las ventanas.
Los suspiros perdidos que se confunden con el humo de las fábricas.
El sol que apenas consigue brillar
que se oculta, que se desvanece, que desaparece,
como la ilusión de los que caminan a la sombra de los edificios,
grises, sombríos, vacíos…
Y anochece, y ni siquiera se pueden ver las estrellas,
esa farola es la única luz, esa luz que nunca se apaga,
esos débiles acordes de guitarra,  que luchan por volver a ser escuchados.


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