Mi vecino nunca le dice palabras
de amor a su mujer
pasan las noches en vela
mirándose
sin articular palabra.
Horas eternas, a oscuras.
Horas de miradas con ojos
brillantes.
Horas de olerse, de sentirse,
sin tocarse
sin rozar siquiera la piel.
Pasan las horas y amanece,
los rayos de luz, tímidos,
atraviesan la ventana.
Y se levantan de la cama
cubren su desnudez
Y con voz cansada,
cansada de la intensidad de las
noches en vela,
se desean “buenos días”
y se despiden como extraños
hasta que las tinieblas vuelvan a
la casa
y a sus almas.
Mi vecino nunca le dice palabras
de amor a su mujer
pero ella, sabe que las siente.
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