Miro mis pies y los encuentro cubiertos de polvo, de sangre reseca, hay alguna venda, alguna cicatriz y alguna herida aún sangrante, pero sigo caminando. A veces caminan por calles llanas. Otras por caminos de barro, donde luchan por no hundirse. A veces se encuentran con piedras afiladas que los hacen sangrar. Otras con riachuelos de agua que limpian y alivian las heridas. A veces las calles llanas se transforman en cuestas empinadas que apenas pueden subir y paran, y descansan, pero cogen impulso y siguen adelante. Pero ¿y ahora que están tan cansados?
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